Otto ha vivido durante nueve años, su vida entera, amarrado en una parcela. Esta era alquilada a personas en épocas estivales, así Otto, conoció familias tras familias, aunque ninguna era la suya y ninguna se paró a pensar en la miserable vida a la que estaba condenado, hasta que llegó la que si lo miró a los ojos y le dijo que intentaría cambiarla y darle unos últimos años mejores.
Así Otto llegó a nosotros, ahora en la residencia, se le ve integrado, seguramente aunque en una jaula, feliz, porque diariamente los voluntarios les damos cariño, besitos y juegos…cosas que es probable que él conociera poco. Ahora puede correr y jugar con otros compañeros.
Este abuelo ha revivido y está dispuesto a recuperar los años perdidos junto a la familia que le dé la oportunidad.